Las tareas y metas del ganadero ecuatoriano son de muchos
desafíos, tienen que desarrollar con genética y tecnología, sus producciones
extensivas o intensivas tienen que trabajar en armonía y embarcarse en el valor
agregado de la cadena alimentaria, a través de organizaciones gremiales y
zonales, que también deben tener la capacidad de brindar servicios e insumos de
mejor calidad y menores costos.
Podríamos definir a nuestros agricultores como aquellas
personas que ejercen directamente su actividad laboral, vinculados
preferentemente con la vida agropecuaria y el medio rural, o simplemente los
que por lo general emprenden actividades agropecuarias por tradición y herencia
familiar. Ellos, sin importar el tamaño de su economía, buscan desarrollar una
agricultura organizada, tecnificada, rentable; y, sobre todo, que les permita
vivir en armonía con la naturaleza y en iguales oportunidades de quienes
habitan en las urbes.
Los tiempos cambian, en la
actualidad el agricultor es más que el hombre de fuerza, en cierta medida, es
el principal protagonista en el objetivo primordial de elevar la producción, la
productividad y transformar la materia prima, a fin de alcanzar el tan anhelado
cambio de la matriz productiva.
Es importante expresar que
el agricultor de hoy cumple una función estratégica para el país, por ello, es
vital levantar su frontera de riesgos, (la cual no le permite salir de su
economía de subsistencia) incorporando programas de capacitación y
transferencia tecnológica, con el fin de lograr un manejo técnico de semillas,
fertilizantes, ciclos productivos; y, por supuesto de las cadenas de
comercialización.